Llegado el verano, particularmente en este tan cálido y seco, llegan los incendios forestales: Miraflores, Guadalix, Valdemanco... ¡y falta medio verano todavía!
El panorama general es desalentador, con incendios debastadores, se habla de incendios de sexta generación, donde la virulencia de los mismos hace casi imposible su extinción con medios convencionales: ver un brigadista con batefuegos frente a llamas de decenas de metros de altura cuando afectan a pinares maduros es la imagen viva de la impotencia.
Las causas se vienen señalando desde hace tiempo: el abandono rural (pérdida de pastoreo, abandono de la recogida de leñas muertas) incrementa la biomasa (leña) presente en los montes. La sequía da las condiciones: sequedad ambiental y de la vegetación favorece la propagación. Aunque hay pocas causas naturales (rayos particularmente en tormentas secas) no faltan negligencias humanas que den la primera chispa: colillas, trabajos con maquinaria en plena ola de calor, quemas de descerebrados que rozan la intencionalidad (barbacoas, quema rastrojos o espinos...). Parece que los pirómanos y los realmente intencionados son realmente pocos (si no, ya estaría todo quemado). El cambio climático aumenta el periodo de riesgo (no merece la pena discutir con los negacionistas, expertos en nada, terraplanistas o cerebros planos).
Así las cosas este año encontramos algunos matices dignos de reseñar. Hay quien ha señalado que la culpa es de los ecologistas que no dejan hacer nada. Ciertamente a veces algunos ecologistas se oponen a todo y llegan a realizar afirmaciones ideológicas sin fundamento como lo de que las zarzas no arden. Pero son los menos (WWF, Greenpeace, Ecologistas en Acción, ...). Además, no recuerdo ninguna autonomía donde gobiernen los ecologistas, incluso parece que donde más incendios está habiendo es donde los gobiernos existentes son más reacios a los postulados ecologistas, y no llevan precisamente dos días. Sintomáticamente coinciden con los mismos que salieron a degüello contra el ministro que defendía el ganado extensivo frente a las macrogranjas; refugio de los negacionistas; compañeros de los que precarizan los empleados de los retenes forestales, o andan siempre intentando recortar los gastos. O con los que al grito de viva la libertad quieren dejar construir en cualquier finca, agravando el daño y el riesgo de pérdidas materiales y humanas. Diríase que no se enteran de nada, "carecen" de ideología pero son creyentes del mercado y otras doctrinas ancestrales, precientíficas. Llevan tanto tiempo desatendiendo el campo que realmente parece quieren esconder su escasa gestión o que trabajan para ¿sus amiguetes?
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